TRECE AÑOS SIN EL MÁS GRANDE.
Carlos Lapetra, el `Magnífico´ aragonés, falleció en la Nochebuena de 1995. Trece años sin el más grande, trece años sin Lapetra. ÉL sigue vivo en el corazón zaragocista, que guarda en su retina la imagen de un jugador de leyenda.
Nació el 29 de noviembre de 1938 en Zaragoza, en plena Guerra Civil española. Estudió en San Viator, pero fue en el Colegio del Salvador donde Lapetra empezó a golpear el balón y donde ya dio muestras de sus cualidades para el fútbol. Recuerdan a un mozalbete genial en los partidos del recreo: fino, elegante, casi imparable. Posteriormente se marchó a Madrid para cursar derecho y cada fin de semana se desplazaba junto a su hermano Ricardo en taxi a Guadalajara para jugar al fútbol.
Curiosamente en un principio el que llamaba la atención de los técnicos era su hermano Ricardo, pero Emilio Ara pronto se fijó en Carlos, un jugador fino, elegante y que ante todo se divertía jugando al fútbol.
Su llegada al Zaragoza se produjo en la temporada 59/60 y muy pronto se metió a todo el mundo en el bolsillo. Carlos vivió la mejor época que ha tenido el conjunto maño en toda su historia, formó junto a Canario, Marcelino, Villa y Santos la delantera conocida como "Los Magníficos" en la que Lapetra tenía especial protagonismo. Su mejor temporada fue sin duda la del 64, en la que Ganó la Copa de Generalísimo y la Copa de Ferias, según sus propias palabras decía Carlos, aunque la mejor fue la temporada 63/64, Carlos recuerda especialmente la temporada siguiente a la de las victorias en Copa y Recopa. Y es que según él, hablar del Zaragoza de aquella temporada 64/65 es hablar de un equipo irrepetible, que era querido y temido a la vez en la liga española. Practicaban un fútbol rápido y espectacular, consiguieron el respeto en Europa y España, acabando terceros en liga, semifinalistas en la Recopa y finalistas en la copa del Generalísimo.
Aquel Zaragoza liderado por Lapetra era de los que se repiten de carrerilla: Yarza, Cortizo, Santamaría, Reija, Ysasi o Pais, Violeta, Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra.
Su debut con la Selección española se produjo el 13 de junio de 1963 ante Escocia y jugó su último partido como internacional ante Alemania el 20 de julio de 1966. Con la Selección vivió el mayor éxito de toda la historia de la furia roja,(hasta este verano) ganando la Copa de Europa del 64 ante Rusia, en una final en la que su compañero de equipo en el Zaragoza, Marcelino, batió a la araña negra Yashine. Precisamente dos años después en el Mundial de Inglaterra 66, su presencia en la Selección generó un debate nacional ya que se disputaba el puesto con Gento y Collar (ambos del Madrid).
Carlos Lapetra sin duda fue la "bandera" de aquel equipo que jugó cuatro años consecutivos la final de Copa, conquistándola en dos ocasiones, en 1964 y 1966 y perdiéndola en otras dos (63 y 65), además del apoteósico éxito de la Copa de Ferias de 1964. Un conjunto que jugaba en bloque y en el que las numerosas figuras que tenía ponían su talento al servicio del equipo.
Como muchas veces dijo Carlos a lo largo de su vida, aquel Zaragoza se podía codear con cualquier equipo de Europa y el mundo.
Fue pretendido por Madrid y Barcelona pero fue fiel al Zaragoza durante toda su carrera. Con el Zaragoza siguió cosechando títulos hasta que una lesión en la tibia truncó su carrera, jugando su último encuentro en noviembre de 1968 y despidiéndose a final de temporada.
Tras su retirada, recibió el reconocimiento y el respeto de todos. Ejerció como comentarista de radio y televisión y falleció a la edad de 57 años tras una penosa enfermedad. Actualmente, el trofeo de la ciudad de Zaragoza y el de presentación del Zaragoza llevan su nombre.
Carlos Lapetra pasará a la historia por ser el primero de los ’magníficos’ aunque llevara el número 11 a la espalda y fuera el último de la fila. Junto a Yarza, Irusquieta, Santamaría, Reija, Pais, Violeta, Canario, Santos, Marcelino y Villa hizo más famoso al Real Zaragoza, allá por los años 60, de lo que nunca lo había sido. Fue un adelantado a su tiempo, un arquitecto del fútbol, un humilde profesor que cada siete días impartía gratuitamente lecciones avanzadas del imprevisible juego del once contra once. Una mente privilegiada que marcó una época, uno de esos contados jugadores que son capaces de delimitar su existencia con un antes y un después. Fue el primer jugador total del fútbol nacional.
Lapetra no fue nunca un jugador sacrificado, de batalla, sino que sus virtudes eran la fineza, la elegancia, la visión de juego, las dotes de mando y una espontánea capacidad de desbordamiento. Fue pretendido por el Madrid y el Barcelona en varias ocasiones, pero hizo toda su carrera en el Zaragoza, con el que consiguió tres títulos. Fue sin duda el mayor artista de La Romareda y, a su modo, también lo era lejos de la cancha, donde se mostraba más bien retraído y un tanto arisco. Iba y venía a Huesca cada día en sus distintos coches --sentía una gran atracción por la velocidad y los descapotables; resultó famoso un Alfa Romeo que tuvo--, fue rebelde cuando creyó que debía serlo y siempre se sintió próximo al presidente Waldo Marco. Una lesión en la tibia, seguida de varias operaciones infaustas, le llevaron a la retirada; jugó por última vez en noviembre de 1968 y se despidió en la primavera siguiente. Había jugado 279 partidos, la mayor parte en Primera División, categoría en la que logró 40 tantos.
Siendo zaragocista como soy no puedo más que sentir orgullo por un aragonés cuya meta fue ser el más grande aquí, a día de hoy, hechos imposibles. Es de valorar que pudiendo irse a jugar a otros equipos y engrandecer su figura defendió la elástica blanquiazul, la del león, haya donde iba, haciendo grande la historia y leyenda de nuestro querido club.
Cuentan los veteranos, a los que me da gusto escuchar, los que llevan el zaragocismo en su retina desde hace más de medio siglo que no veremos a uno igual, que fue el más grande zaragocista y que tardaremos en disfrutar de un futbolista como fue él.
Cada vez que un chaval de la cantera destaca se dice de él que "podría ser el nuevo Lapetra". Pero Lapetra sólo hubo uno. Ayer, hoy y siempre.
Héroe entre dos tierras.
La legendaria figura de Carlos Lapetra, oscense hasta la médula y mítico jugador del Real Zaragoza de ´Los Magníficos´, se eleva cuando recuerdo el Derby Aragonés de hace unas semanas.
Imagino que donde Carlos esté y viendo “su” Romareda rugiendo en un partido con protagonistas de la tierra, se habrá emocionado al oír los nombres de las ciudades de su corazón. Huesca su ciudad natal y Zaragoza la capital que le vio convertirse en el mejor futbolista ARAGONÉS de todos los tiempos. Inevitable nexo emocional de dos ciudades que le veneran.
Sinceramente y lo que mi memoria me deja recordar en el tiempo, aragoneses hay y habrá siempre en el Zaragoza, gente de la cantera que lucha por cumplir un sueño y hacerse un camino en nuestra historia, pero son pocos los elegidos que podrían hacer sombra al mejor. Hoy en día pocos parecen los comprometidos a defender el escudo del león siempre y sobretodo hacerlo con la clase, compromiso y lealtad que tuvo Lapetra.
Para mí de los aragoneses con más clase que he vistos ha sido el artífice de un ascenso, el de torrero, “Cani” y sobretodo la muestra de fidelidad y entrega de un Zapater que está llamado a ser el símbolo del zaragocismo. Uno se marcho para lograr lo que aquí parece imposible, que le reconozcan su categoría y otro espero defiendo con orgullo y pasión esa camiseta que significa tanto para los aficionado del león, la camiseta del REAL ZARAGOZA.
Solamente deseo y quiero que el futuro estadio del REAL ZARAGOZA, lleve su nombre, el campo de fútbol CARLOS LAPETRA.
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