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MIGUEL

MI REAL ZARAGOZA

ADIÓS A UNA LEYENDA ZARAGOCISTA.

ADIÓS A UNA LEYENDA ZARAGOCISTA.

  El día 10 de enero de 2008 será una fecha que los zaragocistas recordaremos por el fallecimiento de una leyenda del equipo blanquiazul. Nos dejo el mítico delantero JOAQUÍN MURILLO a los 76 años de edad. Historia del zaragocismo, en la que con 90 goles sigue siendo a día de hoy, el máximo realizador del equipo en partidos de liga.

 

  Con 90 goles en 148 partidos de liga es actualmente el mejor goleador de toda la historia del club. El “patas” o “pulpo” como lo apodaron los seguidores zaragocistas de aquella época por su manera peculiar de moverse dentro de las áreas rivales, firmó 16 tantos en Copa y 7 en partidos europeos.  Fue sin duda el referente del equipo durante los siete años que permaneció vistiendo la elástica del equipo aragonés.  Jugó en el Zaragoza desde 1957 hasta 1963.

 

  Hoy dicen los periódicos y crónicas deportivas que fue la semilla que le hacía falta al Zaragoza para despegar.  Fue el predecesor de una etapa dorada como la de los magníficos. 

 

  Alabanzas y buenas palabras son las que han trascurrido desde que nos enteramos de tu fallecimiento.  “No he conocido en la historia del Zaragoza –ni siquiera Marcelino- a otro jugador con tanta capacidad de remate como a él”,  “Su misión era cazar todos los balones y así lo hizo, era un hombre gol por excelencia”, “Era uno de los compañeros más simpáticos y cariñosos que había en el vestuario”, han sido algunas de las palabras de los que le conocieron y le recuerdan.

 

  Ayer la victoria fue por ti, por defender la camiseta del león, por dar a tantos zaragocistas tardes de gloria y por permanecer todavía en la leyenda del club aragonés como el máximo anotador de la historia.  Desde el cielo espero que este año veas a tu equipo volver a la primera división.

TRECE AÑOS SIN EL MÁS GRANDE.

TRECE AÑOS SIN EL MÁS GRANDE.

 Carlos Lapetra, el `Magnífico´ aragonés, falleció en la Nochebuena de 1995. Trece años sin el más grande, trece años sin Lapetra. ÉL sigue vivo en el corazón zaragocista, que guarda en su retina la imagen de un jugador de leyenda.

 

  Nació el 29 de noviembre de 1938 en Zaragoza, en plena Guerra Civil española. Estudió en San Viator, pero fue en el Colegio del Salvador donde Lapetra empezó a golpear el balón y donde ya dio muestras de sus cualidades para el fútbol. Recuerdan a un mozalbete genial en los partidos del recreo: fino, elegante, casi imparable. Posteriormente se marchó a Madrid para cursar derecho y cada fin de semana se desplazaba junto a su hermano Ricardo en taxi a Guadalajara para jugar al fútbol.

 

 Curiosamente en un principio el que llamaba la atención de los técnicos era su hermano Ricardo, pero Emilio Ara pronto se fijó en Carlos, un jugador fino, elegante y que ante todo se divertía jugando al fútbol.

 

  Su llegada al Zaragoza se produjo en la temporada 59/60 y muy pronto se metió a todo el mundo en el bolsillo. Carlos vivió la mejor época que ha tenido el conjunto maño en toda su historia, formó junto a Canario, Marcelino, Villa y Santos la delantera conocida como "Los Magníficos" en la que Lapetra tenía especial protagonismo. Su mejor temporada fue sin duda la del 64, en la que Ganó la Copa de Generalísimo y la Copa de Ferias, según sus propias palabras decía Carlos, aunque la mejor fue la temporada 63/64, Carlos recuerda especialmente la temporada siguiente a la de las victorias en Copa y Recopa. Y es que según él, hablar del Zaragoza de aquella temporada 64/65 es hablar de un equipo irrepetible, que era querido y temido a la vez en la liga española. Practicaban un fútbol rápido y espectacular, consiguieron el respeto en Europa y España, acabando terceros en liga, semifinalistas en la Recopa y finalistas en la copa del Generalísimo.

 

  Aquel Zaragoza liderado por Lapetra era de los que se repiten de carrerilla: Yarza, Cortizo, Santamaría, Reija, Ysasi o Pais, Violeta, Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra.

 

  Su debut con la Selección española se produjo el 13 de junio de 1963 ante Escocia y jugó su último partido como internacional ante Alemania el 20 de julio de 1966. Con la Selección vivió el mayor éxito de toda la historia de la furia roja,(hasta este verano) ganando la Copa de Europa del 64 ante Rusia, en una final en la que su compañero de equipo en el Zaragoza, Marcelino, batió a la araña negra Yashine. Precisamente dos años después en el Mundial de Inglaterra 66, su presencia en la Selección generó un debate nacional ya que se disputaba el puesto con Gento y Collar (ambos del Madrid).
Carlos Lapetra sin duda fue la "bandera" de aquel equipo que jugó cuatro años consecutivos la final de Copa, conquistándola en dos ocasiones, en 1964 y 1966 y perdiéndola en otras dos (63 y 65), además del apoteósico éxito de la Copa de Ferias de 1964. Un conjunto que jugaba en bloque y en el que las numerosas figuras que tenía ponían su talento al servicio del equipo.
Como muchas veces dijo Carlos a lo largo de su vida, aquel Zaragoza se podía codear con cualquier equipo de Europa y el mundo.

  Fue pretendido por Madrid y Barcelona pero fue fiel al Zaragoza durante toda su carrera. Con el Zaragoza siguió cosechando títulos hasta que una lesión en la tibia truncó su carrera, jugando su último encuentro en noviembre de 1968 y despidiéndose a final de temporada.
Tras su retirada, recibió el reconocimiento y el respeto de todos. Ejerció como comentarista de radio y televisión y falleció a la edad de 57 años tras una penosa enfermedad. Actualmente, el trofeo de la ciudad de Zaragoza y el de presentación del Zaragoza llevan su nombre.

 

  Carlos Lapetra pasará a la historia por ser el primero de los ’magníficos’ aunque llevara el número 11 a la espalda y fuera el último de la fila. Junto a Yarza, Irusquieta, Santamaría, Reija, Pais, Violeta, Canario, Santos, Marcelino y Villa hizo más famoso al Real Zaragoza, allá por los años 60, de lo que nunca lo había sido. Fue un adelantado a su tiempo, un arquitecto del fútbol, un humilde profesor que cada siete días impartía gratuitamente lecciones avanzadas del imprevisible juego del once contra once. Una mente privilegiada que marcó una época, uno de esos contados jugadores que son capaces de delimitar su existencia con un antes y un después. Fue el primer jugador total del fútbol nacional.

 

  Lapetra no fue nunca un jugador sacrificado, de batalla, sino que sus virtudes eran la fineza, la elegancia, la visión de juego, las dotes de mando y una espontánea capacidad de desbordamiento. Fue pretendido por el Madrid y el Barcelona en varias ocasiones, pero hizo toda su carrera en el Zaragoza, con el que consiguió tres títulos. Fue sin duda el mayor artista de La Romareda y, a su modo, también lo era lejos de la cancha, donde se mostraba más bien retraído y un tanto arisco. Iba y venía a Huesca cada día en sus distintos coches --sentía una gran atracción por la velocidad y los descapotables; resultó famoso un Alfa Romeo que tuvo--, fue rebelde cuando creyó que debía serlo y siempre se sintió próximo al presidente Waldo Marco. Una lesión en la tibia, seguida de varias operaciones infaustas, le llevaron a la retirada; jugó por última vez en noviembre de 1968 y se despidió en la primavera siguiente. Había jugado 279 partidos, la mayor parte en Primera División, categoría en la que logró 40 tantos.

 

  Siendo zaragocista como soy no puedo más que sentir orgullo por un aragonés cuya meta fue ser el más grande aquí, a día de hoy, hechos imposibles.  Es de valorar que pudiendo irse a jugar a otros equipos y engrandecer su figura defendió la elástica blanquiazul, la del león, haya donde iba, haciendo grande la historia y leyenda de nuestro querido club.

 

  Cuentan los veteranos, a los que me da gusto escuchar, los que llevan el zaragocismo en su retina desde hace más de medio siglo que no veremos a uno igual, que fue el más grande zaragocista y que tardaremos en disfrutar de un futbolista como fue él. 

 Cada vez que un chaval de la cantera destaca se dice de él que "podría ser el nuevo Lapetra". Pero Lapetra sólo hubo uno. Ayer, hoy y siempre.

 

 

 

Héroe entre dos tierras.

  La legendaria figura de Carlos Lapetra, oscense hasta la médula y mítico jugador del Real Zaragoza de ´Los Magníficos´, se eleva cuando recuerdo el Derby Aragonés de hace unas semanas.

  Imagino que donde Carlos esté y viendo “su” Romareda rugiendo en un partido con protagonistas de la tierra, se habrá emocionado al oír los nombres de las ciudades de su corazón.  Huesca su ciudad natal y Zaragoza la capital que le vio convertirse en el mejor  futbolista ARAGONÉS de todos los tiempos. Inevitable nexo emocional de dos ciudades que le veneran.

 

  Sinceramente y lo que mi memoria me deja recordar en el tiempo, aragoneses hay y habrá siempre en el Zaragoza, gente de la cantera que lucha por cumplir un sueño y hacerse un camino en nuestra historia, pero son pocos los elegidos que podrían hacer sombra al mejor. Hoy en día pocos parecen los comprometidos a defender el escudo del león siempre y sobretodo hacerlo con la clase, compromiso y lealtad que tuvo Lapetra.

  Para mí de los aragoneses con más clase que he vistos ha sido el artífice de un ascenso, el de torrero, “Cani” y sobretodo la muestra de fidelidad y entrega de un Zapater que está llamado a ser el símbolo del zaragocismo.  Uno se marcho para lograr lo que aquí parece imposible, que le reconozcan su categoría y otro espero defiendo con orgullo y pasión esa camiseta que significa tanto para los aficionado del león, la camiseta del REAL ZARAGOZA.

 

  Solamente deseo y quiero que el futuro estadio del REAL ZARAGOZA, lleve su nombre, el campo de fútbol CARLOS LAPETRA.

UN AÑO MALDITO PARA EL ZARAGOCISMO.

UN AÑO MALDITO PARA EL ZARAGOCISMO.

  Está a punto de finalizar el 2008, un año que deportivamente para el Zaragoza se podría decir que es para olvidar, para borrarlo de nuestra memoria y que no hubiera pasado.

  Se va un año zaragocista marcado por el traumático descenso a segunda división.  Después de un final de campaña donde pudo pasar de todo, pero el que coquetea con el descenso, durante tantas semanas lo acaba pagando.

 

  Despedimos el año en puesto de ascenso a primera división, lugar de donde nunca debimos descender.  La mala gestión deportiva, la planificación, las lesiones, los cambios de entrenador y un ambiente en el vestuario de guerra propiciaron que nuestro equipo decayera poco a poco hasta consumarse su descenso al infierno de segunda división.

 

  Quizás en la retina me quedan buenos momentos, ver la Romareda llena, todo el mundo cantando y animando a su equipo, los viajes en masa por la geografía española para intentar que el abismo de la segunda permaneciera solo en el recuerdo de aquellos que lo padecimos hace ya unos años.

  Retengo en la memoria aquel partido contra el Deportivo de la Coruña en casa donde Ayala, en el último minuto del descuento empujaba un balón que como alguno dijo “si nos salvamos ese balón lo bajo a sus pies la Pilarica”.  Fue un estallido de alegría y rabia contenida porque para muchos vimos que el milagro podría obrarse.

 

  Nunca sabremos todo lo que paso esas últimas semanas en el vestuario zaragocista, pero jamás nadie podrá reprochar que esta afición no estuvo apoyando al equipo haya donde fuera y sobretodo un ambiente de salvación y de presión cada quince días en nuestra casa.

 

  Se llegó al último partido de la agonía, se viajo a Mallorca, que no se jugaba nada, excepto alguna prima seguramente.  La hinchada viajo en bloque, muchos zaragocistas, por los medios que fueran se desplazaron a la isla.  Estudiantes que se dejaron la paga del mes y otros arañándose el bolsillo por dar aliento al equipo que llevan en su corazón.  Aquella imagen bajo la lluvia de esa chiquilla llorando al finalizar el encuentro resume la impotencia y desilusión que te invade y nadie, pero nadie es capaz de paliar la rabia en ese instante.  Me recordó a mi cuando hace unos añitos consumamos el ultimo descenso en Vila-real, te sientes hundido.

 

  Aquel domingo de Mayo, yo estaba en Amposta manifestándome con mi sindicato, la OSTA, en contra de un trasvase del EBRO en Cataluña, al que finalmente la lluvia hecho por tierra las intenciones trasvasistas.

  Recordaré lo mal que lo pase, que no quería saber nada de nadie (alguna quisquillosa hurgando en la herida) escuchar por la radio todo lo que sucedía, empezar el partido tarde, los goles, los marcadores y ver los últimos instantes en un bar para consumar el descenso de categoría.

 

  El verano paso, muchas informaciones del Zaragoza, altas y bajas, cambio de entrenador, descenso de abonados, criticas y demás. 

  Empezó la temporada y a día de hoy podemos decir que ojala terminara ya la liga.  Acabamos el terrible 2008 en puestos de ascenso y sin jugar a nada, con grandes márgenes de maniobra y con la certeza que a poco que haga este equipo no tiene rival en una categoría donde la pelea y el sacrificio son elevados.  La afición zaragocista no perdonará nada que no sea subir, que quiere que su equipo gane jornada tras jornada y que sobretodo no esperemos hasta el final para decir que volvemos a la PRIMERA DIVISIÓN.

 

  Mención aparte este año fue el 75º aniversario del club, pero ese dato quedo relegado por la situación del descenso.

 

  Lo que más me cabreó fue la decisión dictatorial del presidente EDUARDO BANDRÉS de cambiar el escudo del Zaragoza, sus colores, su figura y la corona.  Lamentable decisión de borrar la historia de un plumazo.  Por todo aquello y tras conocer dicho cambio exprese mediante una carta a los medios tal decisión.  Esperemos que para el zaragocismo sea el 2009 un año de alegrías, ancenso y victorias.

 

   Detallo aquella carta.

 

Llevo más de 15 años como abonado al REAL ZARAGOZA y me parece lamentable que , después de lo sufrido y de vendernos que somos lo mejor de este club, cuando hay que tomar una decisión como la de cambiar el escudo se nos ignore, como siempre.  El escudo es la identidad, el reflejo, y la representación del equipo de nuestra tierra.  Han cambiado la leyenda, dejando al león sin fuerza ni corona, apagado y dócil. ¿Dónde está el sentimiento? ¿Dónde se perdieron la historia y el respeto? Soy zaragozano, zaragocista y aragonés; cuando intentan cambiar algo nuestro sin la opinión de los que sufrimos, apelamos y queremos al escudo, nos dejan huérfanos de identidad. Mal empezamos.

EL DERBY ARAGONÉS

EL DERBY ARAGONÉS

  Después de 58 años tuvimos la ocasión de ver el tan esperado derby ARAGONÉS entre los equipos de fútbol del REAL ZARAGOZA y el HUESCA.

 

  Fue el partido que todos esperábamos, teñido de aragonesismo en estado puro.  Dos aficiones entregadas a sus equipos, con un denominador común, que somos de ARAGÓN.  Durante la semana anterior, el choque invitaba y fue a si, a una fiesta del deporte aragonés.  La vieja Romareda albergó durante casi dos horas un vibrante choque, donde desde el principio con la precedente comida de hermandad entre peñas, el campo se tiñó de un sentimiento de la tierra, con jotas y canticos.  Qué bonita estampa era el observar el césped, tanto en el campo como por las imágenes de la Televisión Autonómica Aragonesa, esa gigantesca bandera de ARAGÓN.  Pero el mejor momento, por lo menos para mí, fue el estallido de pasión al saltar los dos equipos sobre el terreno de juego, rodear los jugadores la gigantesca bandera cuatribarrada y ver al Huesca portar la camiseta de la Cruz de SAN JORGE, últimamente e inexplicablemente, criticada por incitar a la violencia. Qué pena es tener un asiento y no saber qué hacer al levantarse cada mañana.

 

  El encuentro fue reñido, deportivo en la grada como en el césped, fútbol en estado puro con continuas ocasiones para ambos equipos, jugadas dudosas, expulsiones, penaltis y demás.  Al final un empate que seguro y deportivamente no satisface a ninguno viendo las expectativas que tenia uno, y como se desarrollo el encuentro para otros.  Al final el reparto de puntos quedará en las estadísticas, pero los momentos vividos por los aragoneses y aficionados queda en nuestra historia aragonesa.

 

  Particularmente me agrada el ejemplo de hermandad, deportividad y civismo que la gente de ARAGÓN dio. Qué sana envidia dimos a la sociedad,  pese a que había gente de los dos equipos que no estaba por la labor que fuera así.

 

  Fue una noche épica e inolvidable y haber podido ver después de más de medio siglo un nuevo derby aragonés, algo histórico.  Esperemos se desarrolle igual dentro de unos meses en el Alcoraz y algún día Teruel tenga un equipo que pueda disfrutar de este derroche de sentimientos aragoneses.